La pandemia de COVID-19 es la mayor crisis de salud global de nuestro tiempo y el mayor desafío que hemos enfrentado desde la Segunda Guerra Mundial.
Desde su aparición el año pasado en Asia, el virus se ha extendido a todos los continentes excepto Antártida Los casos aumentan a diario en África, América y Europa.
Los países están luchando para frenar la propagación del virus mediante pruebas y tratamientos a pacientes, reconectando, limitando los viajes, iniciando cuarentenas y cancelando manifestaciones tales como eventos deportivos, conciertos y escuelas.
La pandemia se mueve como una ola, una ola que podría estrellarse contra los sistemas y las personas menos capaces de hacer frente. Pero COVID-19 es mucho más que un crisis de salud.
Al presionar a cada uno de los países a los que afecta, la pandemia tiene el potencial de crear devastadoras crisis sociales, económicas y políticas que dejarán profundas cicatrices. Estamos en territorio desconocido.
Muchas de nuestras comunidades son irreconocibles: las calles de muchas ciudades importantes de todo el mundo están desiertas, los residentes permanecen dentro, ya sea por elección o por orden del gobierno.
En todo el mundo están cerrando tiendas, teatros, restaurantes y bares, y la Organización Internacional del Trabajo estima que se podrían perder 25 millones de empleos.